
Imagen: Promotoras Legais Populares
Hace poco más de 6 años que resido en Buenos Aires, vine para estudiar una maestría en el área de la Antropología Social, fui la primera persona negrx a cursar y a concluir una maestría en la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires –UBA, un período de muchas experiencias, de desafíos y de soledad académica que espero un día poder narrarlo en otra nota.
Soy una mujer que nació en un ambiente de militancia y justamente por eso no pude ignorar las innumerables marchas, actos, paros y manifestaciones populares que siempre pasaron en el Centro de la ciudad, reconozco que por el hecho de siempre haber vivido cerca del Centro nunca tuve inconvenientes para acercarme y participar. Estar en la calle convocando a la conciencia sobre determinado tema o/y exigiendo del Estado acciones efectivas para las llamadas de, equivocadamente, “minorías”, es algo que siempre hice y siempre me gustó, especialmente si son reivindicaciones feministas y para la Diáspora afro.
La militancia es algo muy importante, que puede generar mucha alegría y mucho placer en compartir tantas cosas y potencializar estas experiencias individuales en acciones colectivas que generen políticas afirmativas para beneficio de todxs. Sin embargo, la militancia es un eterno donar de tiempo, de energía, de vida, es muy exigente, es injusta muchas veces; nos puede traer muchas frustraciones y enfermedades físicas y psicológicas. Para las mujeres afro específicamente, veo como un proceso de muchas soledades, de muchas demandas, muchas burocracias que innumerables veces no logramos driblarlas porque no tenemos las herramientas para eso. Infelizmente, las exigencias de la militancia nos supera! Y nos enferma profundamente.
Un ejercicio que tengo hecho con más frecuencia es decir “no”. Decir “no” no es fácil pero hay que se respectar nuestros tiempo y nuestros límites. No me queda lugar a dudas, auto cuidado es militancia. A veces debemos apartarnos por algún tiempo para tratarnos, amarnos, recuperarnos, estar con los nuestros y luego retomar a la batalla. Es así. Y cada uno debe saber el momento de decir “no”. Decir “no” es una decisión sana, sabia y política también.

El feminismo en Argentina sobre todo en Buenos Aires creció mucho y es un ejemplo de lucha a favor de la legalización del aborto en Latinoamérica y creo que, por la primera vez, las compañeras afro lograron consolidar su protagonismo en este espacio. Están incluso descosntruyendo algunas terminologías y repensando en cómo les gustaría de ser clasificadas o nombradas. Actualmente hay varias corrientes de los feminismos, en plural, que hacen el recorte de raza, clase y migración. En este proceso de (re/des) construcción está siendo importante e interesante ver como lxs compañerxs están reconociéndose y buscando formas de identificación hasta mismo en el lenguaje.
Con tantos feminismos es obvio que va haber más visibilidad, más eventos interesantes, más debates, más (des/re) construcción y también más disputa y más tensiones que van a exigir mucha paciencia, mucha escucha, mucha charla y mucha flexibilidad entre todas. Y no será fácil porque las internas crecen tanto como la nueva movida. ¿Y qué hacer cuando en este espacio tu compañera de color se torna en tu sub-opresora? De acuerdo con Paulo Freire, lxs sub-opresorxs, son personas que asimilan y reproducen las mismas prácticas del opresor.
Desacuerdos suelen pasar en todas colectividades, grupos, movimientos etc. Sin embargo, no todos los integrantes van a escribir sus desentendimientos en posts violentos en las redes sociales como me hicieron más de una vez en Buenos Aires. Fueron posteos hechos por mujeres afro, lo que es peor. Y hasta hoy me he preguntado ¿por qué eligieron éste camino y no el diálogo? En el último Ni Una Menos decidí no marchar en una columna afro porque en ésta columna estarían mis sub-opresoras, pensé mucho y sinceramente elegí el respeto a mí misma, mí auto cuidado y amor propio. Ya que en momento alguno no hubo la intención de pedido de disculpas y tampoco reconocieron que tal exposición en las redes sociales no iría resolver absolutamente nada. Lo que pasó me hizo pensar y leer muchas cosas sobre la sororidad, una palabra que circula en los ambientes feministas pero infelizmente no la veo tanto en práctica.
Una vez, fui invitada para hablar sobre la sororidad, antes de aceptar la invitación, más allá de saber lo que dicen nuestras mentoras sobre el tema, necesitaba yo misma entenderla y buscarla en mí propia trayectoria de militancia acciones sororas y por alegría las encontré. Recibí atención, apoyo y cuidado de muchas compañeras, afro o no, algunas incluso ni se consideran activistas, militantes y menos aún feministas. La sororidad es mucho más que teoría es algo que se puede demostrar, ella se materializa en acción, en cuidado, en escucha y en palabras.
Joice Beth, es una feminista afro-brasileña, es arquitecta y columnista del Justificando y una de las autoras de la colección Feminismos Plurales. Joice escribió una sabia reflexión en el Instagram sobre la ausencia de sororidad en los feminismos. Para ella, la sororidad es ética y no un caso de amor a primera vista. No pude dejar de concordar con sus pertinentes palabras que me de cierta manera me ayudaron a decidir a no marchar.
Sobre lxs sub-opresorxs me gustaría compartir con ustedes parte de sus palabras: “(los sub-opresores) ¿Son peligrosos? Evidentemente. Y principalmente porque despiertan en los partidarios de las luchas, una sororidad y un sentimiento de hermandad, que hace con que se desprecie las deformaciones humanas por el entendimiento romántico de que es suficiente ser oprimido para ser »santo». Eso abre espacio para manipulaciones y desvíos que invalidan las luchas y fomentan violencias sutiles y boquiabiertas dentro de los grupos minoritarios. Estemos atentos y seamos realistas. Ser oprimido no es un sello de calidad humana y menos de buen carácter. Estamos todos conectados como grupo, por las opresiones que sufrimos y eso requiere solidaridad y ética. Pero lo que cada uno hace de aquello que el sistema provoca con el grupo, es individual y puede estar corrompido, colocando en peligro todos que se aproximan y no analizan fríamente las prácticas utilizadas. Sororidad sí, con hielo y limón. Ceguera romántica para los sub-opresores no.” (Fragmento del post de Joice Beth en Instagram – Mayo de 2019. Traducción de Cristane Onix Vieira)
No necesitamos de lxs sub-opresorxs! Ya nos basta la blanquitud racista y sus innumerables privilegios, ya nos basta el patriarcado, la xenofobia, la economía, el imperialismo, la academia elitista y la falta de oportunidades. Es realmente triste ver como los sub-opresores reproducen el opresor cuando intentan disciplinar y demarcar territorialidad para nuestros cuerpos, clasificar nuestras identidades y callar nuestras voces. Compañeras, ¡no caigamos en la trampa! El enemigo es otro. Otra vez voy a cerrar mi nota con Bell Hooks, para ella, la sororidad en la práctica es posible y sigue siendo poderosa. Pues bien, pongámosla en práctica.
Autocuidado também é militância e sororidade é ética

Traduzido por Larissa Bontempi.
Faz pouco mais de 6 anos que resido em Buenos Aires, vim para estudar mestrado na área de Antropologia Social, fui a primeira pessoa negra a cursar e a concluir o mestrado na Faculdade de Filosofia e Letras na Universidade de Buenos Aires (UBA), um período de muitas experiências, de desafios e de solidão acadêmica, que espero um dia poder narrar em outro texto.
Sou uma mulher nascida em um ambiente de militância e, justamente por isso, não pude ignorar as inúmeras marchas, atos, greves e manifestações populares que sempre aconteceram no centro da Cidade. Reconheço que, pelo fato de sempre ter morado perto do centro, nunca tive imprevistos para ir até lá e participar. Estar na rua convocando a consciência sobre determinado tema e/ou exigindo do Estado ações efetivas para as, erroneamente chamadas, “minorias”, é algo que sempre fiz e de que sempre gostei, especialmente se são reivindicações feministas e para a Diáspora africana.
A militância é algo muito importante, que pode gerar muita alegria e muito prazer em compartilhar tantas coisas e potencializar estas experiências pessoais em ações coletivas, que gerem políticas afirmativas para o benefício de todxs. No entanto, a militância é uma eterna doação de tempo, de energia, de vida; é muito exigente, muitas vezes, injusta, pode nos trazer muitas frustrações e doenças físicas e psicológicas. Principalmente para as mulheres negras; vejo como um processo de muitas solidões, demandas, burocracias que incontáveis vezes não conseguimos driblar, porque não temos as ferramentas para tal. Infelizmente, as exigências da militância nos superam! E nos adoecem profundamente.
Um exercício que tenho feito com mais frequência é dizer “não”. Dizer “não” não é fácil, mas devemos respeitar nosso tempo e nossos limites. Sem sombra de dúvida, autocuidado é militância. Às vezes devemos nos afastar por algum tempo para nos tratar, amar a nós mesmas, nos recuperar, estar com os nossos e logo retomar a batalha. É assim. E cada um deve saber o momento de dizer “não”. Dizer “não” é uma escolha saudável, sábia e política também.

O feminismo na Argentina, sobretudo em Buenos aires, cresceu muito e é um exemplo de luta a favor da legalização do aborto na América Latina e acredito que, pela primeira vez, as companheiras negras conseguiram consolidar seu protagonismo neste espaço. Inclusive, estão desconstruindo algumas terminologias e repensando como gostariam de ser chamadas ou classificadas. Atualmente, existem vários feminismos, no plural, que fazem recorte de raça, classe e migração. Nesse processo de (re/des) construção, está sendo importante e interessante ver como xs companheirxs estão se reconhecendo e procurando formas de identificação até mesmo na linguagem.
Com tantos feminismos, é óbvio que haverá mais visibilidade, mais eventos interessantes, mais debates, mais (des/re) construção e também mais disputa e mais tensões que vão exigir muita paciência, muita escuta, muita conversa e muita flexibilidade entre todas. E não vai ser fácil porque as internas crescem tanto quanto os novos movimentos. E o que fazer neste espaço quando a sua companheira negra se torna a sua sub-opressora? De acordo com Paulo Freire, xs sub-opressorxs são pessoas que assimilam e reproduzem as mesmas práticas que o opressor.
Desacordos costumam acontecer em todos os coletivos, grupos, movimentos etc. Entretanto, não todos os integrantes vão escrever seus desentendimentos em posts violentos nas redes sociais, como fizeram comigo mais de uma vez em Buenos Aires. Foram posts feitos por mulheres negras, o que é pior. E até hoje me pergunto, por que escolheram este caminho e em vez do diálogo? No último Ni Una Menos, decidi não marchar em uma coluna negra porque minhas sub-opressoras estariam lá, pensei muito e sinceramente, escolhi o autorrespeito, o autocuidado e o amor próprio, já que em momento algum houve a intenção de pedir desculpas, nem reconheceram que tal exposição nas redes sociais não iria resolver absolutamente nada. O que aconteceu me fez pesar e ler muitas coisas sobre sororidade, uma palavra que circula nos ambientes feministas, mas infelizmente não vejo tanto em prática.
Uma vez, fui convidada a falar sobre a sororidade, antes de aceitar o convite, além de saber o que dizem nossas mentoras sobre o assunto, eu mesma precisava entender e procurar na minha própria trajetória de militância ações de sororidade e, que bom, encontrei. Recebi atenção, apoio e cuidado de muitas companheiras, negras ou não, algumas inclusive nem se consideram ativistas, militantes, e muito menos feministas. A sororidade é muito mais do que teoria, é algo que podemos demonstrar; ela se materializa em ação, em cuidado, em escuta e em palavras.
Joice Berth é uma feminista afro brasileira, é arquiteta e colunista do Justificando e uma das autoras da coleção Feminismos Plurais. Joice escreveu uma sábia reflexão no Instagram sobre a ausência de sororidade nos feminismos. Para ela, a sororidade é ética e não um caso de amor à primeira vista. Não pude deixar de concordar com suas pertinentes palavras que, de certa maneira, me ajudaram a decidir não marchar.
Sobre xs sub-opressorxs, gostaria de compartilhar com vocês parte de suas palavras: “[Os sub-opressores] são perigosos? Evidentemente. E principalmente porque despertam nos partidários das lutas uma sororidade e um sentimento de humanidade, que faz com que desprezemos as deformações humanas pelo entendimento romântico de que basta ser oprimido para ser ‘santo’. Isso abre espaço para manipulações e desvios que invalidam as lutas e estimulam violências sutis e boquiabertas dentro dos grupos minoritários. Fiquemos atentxs e sejamos realistas. Ser optimidx não é um selo de qualidade humana e menos de bom caráter. Estamos todos conectados como grupo, pelas opressões que sofremos e isso requer solidariedade e ética. Mas o que cada um faz daquilo que o sistema faz com o grupo é individual e pode estar corrompido, colocando em perigo todos os que se aproximam e não analisam friamente as práticas utilizadas. Sororidade sim, com gelo e limão. Cegueira romantica para os sub-opressores, não.” (Fragmento do post de Joice Berth no Instagram – Maio de 2019. Tradução ao espanhol de Cristiane Onix vieira)
Não precisamos de sub-opressorxs! Já nos basta a branquitude racista e seus inúmeros privilégios, já nos basta o patriarcado, a xenofobia, a economia, o imperialismo, a academia elitista e a falta de oportunidades. É realmente triste ver como xs sub-opressorxs reproduzem o opressor quando tentam disciplinar e demarcar territorialidade em nossos corpos, classificar nossas identidades e calar nossas vozes. Companheiras, não caiamos na armadilha! O inimigo é outro. Outra vez vou terminar meu texto com Bell Hooks, para ela a sororidade na prática é possível e continua sendo poderosa. Pois bem, coloquemos em prática.
Totalmente de acordo. Seguimos em frente.