Ir al artículo en español.

 

 

Por Helena Silvestre

Eu nem era tão de carnaval assim durante a vida, sabe? Vivi em uma cidade que não tinha nada e muito menos carnaval, minha família não curtia muito, enfim.Me tornei militante muito cedo e deixei as cadeiras endureceram um pouco.

C’est la vie!

Mas de uns anos pra cá, foi tanta luta, tanta derrota e tanta coisa louca, foi o Brasil virado do avesso, crise econômica – com os parentes e os amigos desempregados, foi separação (oooooutra vez…), e foi também greve geral, ocupação de escola, orgulho dos meninos dez anos mais novos que eu, foi tanta coisa!

Foi sofrer pra perceber que eu precisava me libertar além de tudo dessa fantasia do amor romântico que entalam na goela da gente que é mulher.

Foi me deixar falar um pouco com o corpo, depois do meu próprio ter gritado comigo pra cabeça escutar naquele maldito ataque de pânico indo pra um protesto.

De uns anos pra cá a vida entrou numa roleta maluca que a gente tenta agarrar com a mão mas escapa… então eu me deixei esvair um pouco pra me encontrar depois, caçando caminho pra ser feliz fazendo o que quero e fazendo o que é preciso fazer.

Além do mais, olho para trás e vejo tantas coisas que ajudei a construir ruindo de contradições e ao mesmo tempo me sinto quites na conta da vida porque pude aprender, à duras penas, lições que hoje marcam com cores bonitas as coisas novas que construo e faço.

Dois mil e treze é um ano que vai sempre viver na minha pele, porque foi depois daquelas imensas manifestações que o gosto de ocupar a rua grudou na alma da gente e até o carnaval ruêro só cresceu e espalhou seus brilhos por aí.

Fui pro carnaval sem fantasia.

Fui leve de todos os baques que me pegaram de jeito e das pancadas que o nosso povo vem levando há tanto tempo, sem no entanto, recuar.

Dancei, cantei e me deixei muito à vontade em estar na rua com meus conterrâneos sem grana pra viajar, ao lado de amigos que me acompanharam em tantas ocupações e que ainda agora me perguntavam se ia tudo bem e se o povo estava firme.

Eu nem bebi todas mas me embriaguei de força nesse carnaval!

Tramei o feminismo com as mulheres e depois beijei as moças bonitas que eu tanto admirava nas lutas; montamos uma banda para ensaiar lá na garagem e tocar no assentamento. Do último ensaio partimos para o terreno a ser ocupado. Não saímos da sã batalha mesmo enquanto a gente entoava na voz da multidão as marchinhas que também falam do perrengue e da revolta que nos rodeiam.

Carnaval que assanhou os fascistas mas também botou a brigada anti-faxista no alerta amarelo.

Um carnaval em que a mulherada cada vez mais se colocou pra deixar claro que a brincadeira é ótima se o respeito colar lado a lado; carnaval em que a gente começou a se perguntar se é certo ou não usar roupas de índio e eu confesso que não me sinto em condições de dizer se é certo ou errado mas acho muito importante que a gente esteja se perguntando sobre isso porque os indígenas existem, estão conosco e podem dizer o que pensam sobre o assunto.

Carnaval em que vi tanta gente se abrindo a respirar e tomar fôlego pra vida dura que vem porque tem greve marcada pro dia seguinte à saída do último bloco do meu coração e tem samba e amor, mas tem tarefa.

E a cidade explodiu de emoção quando viu sua história e revolta na avenida com todas as autoridades presentes: senti como aquele gol da Argentina contra a Inglaterra, sabe? O gostinho de tomar de volta por um segundo o que roubaram da gente.

Que é como a gente se sente numa ocupação, como a gente se sentiu nas ruas em 2013 e como me senti, pela primeira vez, no carnaval.

Entre um carnaval e outro, espero carregar essa força de amor vital e erótico como motor pras lutas grandes e pequenas por fazer toda semana.

E mal posso esperar pelo ano que vem.

 

 

Todo Aquel Carnaval

 

 

 

Yo ni he sido tan de carnaval así en la vida, sabe? Viví en una ciudad que no tenía nada y mucho menos carnaval, a mi familia no le gustaba mucho, etc.

Me hice militante muy pronto y dejé las sillas endurecieran un poco.

 

C’est la vie!

 

Pero de unos años para acá, fue tanta lucha, tanta derrota y tanta cosa loca, fue este Brasil virado al revés, de crisis economica, con familiares y  desempleados, fue separación (oootra vez…), y fue también huelga general, ocupación de escuelas, orgullo de los niños diez años más jóvenes que yo… fue tanta cosa!

Fue sufrir para percibir que yo necesitaba liberarme completamente de esta fantasía del amor romántico que empuja en la garganta de nosotras, mujeres.

Fue dejarme hablar un poco con el cuerpo, después de  que mi propio cuerpo gritase conmigo para que la cabeza lo escuchase, en aquel maldito ataque de pánico yendo para una protesta.

De unos años para acá, la vida entró en una ruleta maluca que intentamos agarrar con la mano pero nos escapa… entonces, yo me dejé desvanecer un poco para encontrarme después, surcando un camino para ser feliz, haciendo lo que quiero y haciendo lo que es necesario hacer.

 

Y más todavía, fue mirar para atrás y ver tantas cosas que ayudé a construir llena de contradicciones, y a la vez sentirme en paz con la vida porque también aprendí, a las duras penas, lecciones que hoy marcan con bellos colores las cosas nuevas que construyo y hago.

Dos mil trece es un año que va a vivir siempre en mi piel, porque fue tras aquellas inmensas manifestaciones que el gusto de ocupar la calle pegó en el alma de la gente y hasta el carnaval callejero sólo creció y esparció suyos brillos por ahí.

Fui al carnaval sin fantasia.

Fui liviana de todas las trompadas que me golpearan duro y de los golpes que nuestro pueblo viene recibiendo hace tanto tiempo, sin recular, pese a todo.

 

Bailé, canté y me dejé estar tranquila en la calle con los míos, sin plata para viajar, al lado de amigos que me acompañaron en tantas ocupaciones de tierra y que aún ahora me preguntaban si iba todo bien y si el pueblo estaba en pie.

Ni bebí tanto, pero me emborraché de fuerza en ese carnaval!

Conspiré el feminismo con las mujeres y después besé las chicas guapas que yo tanto admiraba en las luchas; formamos una banda para ensayar allá en el garaje y tocar en el asentamiento. Del último ensayo, partimos hacia la  toma y no salimos de la sana batalla incluso cuando entonamos, en la voz de la multitud, las canciones que también hablan de las dificultades de ser pobre  y de la revuelta que nos rodea.

Un Carnaval que instigó a los fascistas, pero también puso el frente  anti-fascista en la alerta amarilla.

Un Carnaval donde las mujeres todavía más, no dejaron dudas de que el juego es maravilloso si el respeto está codo con codo; carnaval donde la gente comenzó a preguntarse si es correcto o no usar ropas de indio – y yo confieso que no me siento en condiciones de decir si es correcto o no, pero me parece importante que la gente esté preguntándose sobre eso porque los indígenas existen, están con nosotros y pueden decir lo que piensan acerca del asunto.

Un Carnaval donde vi tanta gente abriéndose a respirar y tomar fuerza para la vida dura que viene, porque hay huelga coordinada para el día siguiente a la salida del último bloque de mi corazón y hay samba y amor, pero hay también tareas por hacer.

 

La ciudad explotó de emoción cuando vio su historia y revuelta en la avenida con todas las autoridades presentes: sentí como aquel gol de la Argentina contra Inglaterra, sabes? El gusto de arrancar por un segundo lo que nos robaron.

Que es como nos sentimos en una ocupación de tierras, como nos sentimos en las calles en 2013 y como me sentí, por primera vez, en el carnaval.

Entre un carnaval y otro, espero cargar esa fuerza de amor vital y erótico como motor para las luchas grandes y pequeñas por hacer toda semana.

Y casi no puedo esperar por el año que viene.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.