
Primer Encuentro internacional, político, artístico, deportivo y cultural de mujeres que luchan.
Por Amiel Aketzali y Nadia Jiménez
«Para llegar aquí hemos tenido que vencer a todos los que
nos ven como algo que sobra, algo que quieren que no exista.
Hemos llegado aquí, venciendo la resistencia de algunos de nuestros
propios compañeros que no entienden la importancia
de que las mujeres estemos participando de la misma manera
que los hombres.
Comandanta Ramona, 1997, Oaxaca.
La Esperanza tiene corazón
Corazón del Arcoíris de la Esperanza. ¿Escucharon? Sí, la Esperanza tiene corazón, así se siente en el Caracol IV «Torbellino de nuestras palabras» ubicado en la región Tzotz Choj, en Chiapas, México. Llegamos de todos los rincones, atravesamos miles de kilómetros y decenas de horas para encontrarnos del 8 al 11 de marzo de 2018. Recorrimos nubes, autopistas y caminos para llegar a un cachito de Otro Mundo. Llegar al Torbellino de nuestras palabras implica aguantar complicadas vueltas, retenes de personajes desagradables y amenazas de bloqueo, pero al fin llegamos y el estrés disminuye. Ser mujer es vivir con la violencia en el camino, y a veces morir por serlo y morir más.
¿Han sentido la música en el rostro al despertar? Un regalo valioso es que a las 6 de la mañana amanezcas al ritmo de las mañanitas y no te sientas sola. Un 8 de marzo te despiertas y te das cuenta de que estamos juntas, mujeres de todas las edades, con todos los sueños que nos caben en las sonrisas. Despertamos al sueño que nos brinda la música zapatista, con el sol naciéndonos en el rostro. Bienvenidas las mujeres que luchan en todos los rincones del mundo, ya lo sabíamos desde la Gira del Concejo Indígena de Gobierno por los caracoles zapatistas en octubre de 2017.
La palabra colectiva de bienvenida que nos dieran las mujeres zapatistas está viva porque es expresión de sus modos y decisiones colectivas a la hora de actuar para defenderse como pueblo y como mujeres de la violencia colonial, patriarcal y capitalista. El sistema patriarcal es un sistema de control y dominio. Hay hombres y mujeres patriarcales, ellos y ellas humillan, desprecian y explotan. Como la Margarita Zavala que es una mujer patriarcal y también capitalista, es decir, que ha asumido e interiorizado los valores de la explotación y la dominación. Así que no todas las mujeres luchan.
Una mujer que lucha es una mujer con rabia
Del dolor nace la rabia y que con ella se hace camino, ya lo han dicho las y los compas que piensan en justicia y no en venganza. Así lo sienten también las madres que se convierten en peritos, exploradoras, antropólogas forenses para buscar a sus hijas e hijos por los intrincados terrenos de este país; las mujeres que marchamos para que dejen de faltarnos; los pueblos que se levantan y resisten para luchar por la vida.
Una mujer que lucha es una mujer con rabia y esperanza. Tal vez esos sentires nos llevaron al Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan. Tal vez esa rabia en nuestros corazones nos llevó a miles de mujeres a ese espacio de compartición, tal vez fue el efecto Marichuy. El proceso del Concejo Indígena de Gobierno nos ha dotado de herramientas de lucha a una nueva generación de mujeres jóvenes: los siete principios zapatistas, el diálogo, la organización, el encuentro, la escucha, el ejercicio de la palabra y la voz.
La rabia se comparte y la esperanza nos despierta la imaginación. Echamos reta en las canchas, bailamos y gozamos, cantamos y sanamos al mismo tiempo (a veces hasta cantamos con el cuerpo, cuenta una mujer abrazada por el sentimiento de 43 estudiantes que el Estado ha desaparecido). Los días 9 y 10 de marzo transcurrieron entre cientos de talleres y pláticas. Llegamos dispuestas a compartir, charlar, mostrar, escuchar y observar lo que somos; sintiendo que tal vez a Otra le funcione también bordar, abrazar, masajear, cantar, bailar, filmar, pintar, tejer, grabar, organizarse, sostenerse con otras mujeres.
En las exposiciones vimos la mirada de diversas mujeres; decía Machado, «El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve». Los pueblos y las mujeres que luchan son un espejo en el que se reflejan las rebeldías y resistencias de quienes luchan por la vida, la libertad, la democracia y la justicia. La práctica del compartir es el esfuerzo de espejearnos. Es así como las compas zapatistas también compartieron sus estrategias de lucha. A ellas les funciona la autonomía, caminar junto con sus compañeros zapatistas, cuidar el territorio y trabajar en colectivo. No es que estando entre mujeres no estemos bien, al contrario, se nos ve a todas sonriendo, gritando, abrazando, cantando, bailando en el Torbellino; pero vivir con la esperanza también es recordar que vivimos en una sociedad de hombres, mujeres y otros.
Acordamos vivir, y como para nosotras vivir es luchar, pues acordamos luchar.
Ha pasado mes y medio desde que finalizó el Primer Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan. Un Encuentro que no solo nos permitió echar un vistazo en una de esas grietas que hombres y mujeres, con sus resistencias y rebeldías, se empeñan en hacerle al muro capitalista. Fue un Encuentro que nos permitió estar del otro lado del muro y reafirmar que otro mundo es posible.
Durante tres días y tres noches, compartimos y expresamos, como dice la compañera Everilda del Caracol II La Garrucha, «nuestros dolores, nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestra rabia y coraje, nuestras formas de lucha… nos expresamos libremente como mujeres que somos». Sin embargo regresar a este lado del muro no ha sido fácil. Después del Encuentro todo el desprecio, el machismo y la violencia hacia las mujeres se siente con más fuerza. Hemos vuelto a una realidad patriarcal, clasista, individualista, capitalista y con ello, nos hemos reencontrado con los asesinatos, las desapariciones, los feminicidios y con toda la violencia y represión que simplemente no para en México y el mundo.
La semilla zapatista se regó hacia distintas geografías en los cinco continentes. El mensaje fue claro durante todo el Encuentro. Antes, durante y después, la invitación continua fue a no rendirnos, no vendernos y no claudicar como mujeres que luchamos. Las diferencias teóricas e ideológicas entre posiciones feministas muy diversas y hasta encontradas, quedaron del otro lado de las rejas del Caracol pues la invitación fue amplia; «si eres una mujer que lucha, que no está de acuerdo con lo que nos hacen como mujeres que somos, si no tienes miedo, si tienes miedo pero lo controlas, pues entonces te invitamos a encontrarnos, a hablarnos y a escucharnos como mujeres que somos.» Y nos encontramos, hablamos y escuchamos casi ocho mil mujeres de distintos países, pueblos y tribus. Mujeres que, como dice la compañera Everilda, «luchamos de diferentes modos y formas… mujeres de diferentes colores, lenguas y culturas, pero todas explotadas por el mismo explotador que se llama sistema capitalista neoliberal, criminal, encarcelador, violador, dominador; que nos intimida y amenaza, que nos desprecia y nos olvida, nos hostiga, desaloja, migra, desemplea, haciéndonos creer que solo podemos vivir con dinero». Somos diferentes y diversas, pero en la lucha nos encontramos.
El acuerdo fue vivir, para vivir hay que luchar, para luchar hay que organizarse. En el conversatorio «Miradas, escuchas, palabras, ¿Prohibido pensar?» convocado por la Comisión Sexta del EZLN, que se llevó a cabo del 15 al 25 de abril del presente año, compañeras coordinadoras del Encuentro, pertenecientes a los cinco caracoles zapatistas, compartieron el cómo fueron los preparativos, cuáles las dificultades, cómo vieron y sintieron, qué les hizo pensar y qué hicieron después. Sus palabras no hacen más que reforzar lo que por los oídos, los ojos, la piel, la razón y el corazón, percibimos durante esos días. Cada una de las tareas y actividades que se llevaron a cabo fueron resultado de un proceso organizativo de ocho meses y de una lucha de más de 25 años.
«Pues la verdad, hermanas y compañeras, es que sufrimos mucho porque no sabemos cómo vamos a hacer. Es la primera vez que como mujeres que somos, solas, organizamos un encuentro así. Lo organizamos desde abajo, o sea que primero hicimos reuniones y discusión en nuestros colectivos en los pueblos y comunidades. Luego en las regiones, luego en las zonas y luego ya de las 5 zonas juntas… Tardamos meses y así hasta que llegó el acuerdo de todas, porque es que, si vamos a hacer, es porque tenemos que hacer entre todas, en colectivo.»
Como dicen las compañeras zapatistas, «la rebeldía, la resistencia y la lucha es también una fiesta, aunque a veces no hay música ni baile y sólo hay la chinga de los trabajos, de la preparación y de la resistencia».
¿Qué rumbos agarrarán la resistencia, la rebeldía, y esa sororidad que vivimos en Morelia? Quizá es muy pronto para saberlo, pero el 8 de marzo las compañeras zapatistas nos dieron quizá el regalo más grande de todos, y un compromiso aún mayor. Nos dieron una luz para alumbrar el camino. Esto es algo que no dejará los corazones de ninguna de las que estuvimos ahí presentes. Sin manifiestos rimbombantes, tratados teóricos o protagonismos mediáticos, las mujeres zapatistas mostraron al mundo la fuerza colectiva de las mujeres que luchan y nos dieron la libertad de utilizarla según nuestros modos, nuestras formas y nuestras geografías para luchar por la vida.
«Hermanas y compañeras: Este día 8 de marzo, al final de nuestra participación, encendimos una pequeña luz cada una de nosotras. La encendimos con una vela para que tarda, porque con cerillo rápido se acaba y con encendedor pues qué tal que se descompone. Esa pequeña luz es para ti. Llévala hermana y compañera. Cuando te sientas sola, cuando tengas miedo, cuando sientas que es muy dura la lucha, o sea la vida, préndela de nuevo en tu corazón, en tu pensamiento, en tus tripas… y no la quedes, compañera y hermana. Llévala a las desaparecidas, llévala a las asesinadas, llévala a las presas, llévala a las violadas, llévala a las golpeadas, llévala a las acosadas, llévala a las violentadas de todas las formas, llévala a las migrantes, llévala a las explotadas, llévala a las muertas, llévala y dile a todas y cada una de ellas que no está sola, que vas a luchar por ella. Qué vas a luchar por la verdad y la justicia que merece su dolor. Que vas a luchar porque el dolor que carga no se vuelva a repetir en otra mujer en cualquier mundo. Llévala y conviértela en rabia, en coraje, en decisión. Llévala y júntala con otras luces. Llévala y, tal vez, luego llegue en tu pensamiento que no habrá ni verdad, ni justicia, ni libertad en el sistema capitalista patriarcal. Entonces tal vez nos vamos a volver a ver para prenderle fuego al sistema. Y tal vez vas a estar junto a nosotras cuidando que nadie apague ese fuego hasta que no queden más que cenizas. Y entonces, hermana y compañera, ese día que será noche, tal vez podremos decir contigo: Bueno, pues ahora sí vamos a empezar a construir el mundo que merecemos y necesitamos.»
UMA LUZ DO OUTRO LADO DO MURO. SE NÃO HÁ MULHER, NÃO HÁ REVOLUÇÃO, SEM MÃE TERRA, NÃO HÁ VIDA.
Primeiro Encontro internacional, político, artístico, esportivo e cultural de mulheres que lutam.
Por Amiel Aketzali e Nadia Jiménez
«Para chegar aqui temos tido que vencer a todos os que
nos vêem como algo que sobra, algo que querem que não exista.
Temos chegado aqui, vencendo a resistência de alguns de nossos
próprios colegas que não entendem a importância
de que as mulheres estejamos participando da mesma maneira
que os homens.
Comandanta Ramona, 1997, Oaxaca.
A Esperança tem coração
Coração do Arco-íris da Esperança. Escutaram? Sim, a Esperança tem coração, assim se sente no Caracol IV «Turbilhão das nossas palavras» localizado na região Tzotz Choj, em Chiapas, México. Chegamos de todos os rincões, atravessamos milhares de quilômetros e dezenas de horas para nos encontrar de 8 a 11 de março de 2018. Percorremos nuvens, estradas e caminhos para chegar a um pedacinho de Outro Mundo. Chegar ao turbilhão de nossas palavras implica agüentar complicadas voltas, patrulhas de personagens desagradáveis e ameaças de bloqueio, mas ao final chegamos e o stress diminui. Ser mulher é viver com a violência no caminho, e às vezes morrer por ser mulher e morrer mais.
Sentiram a música no rosto ao acordar? Um valioso presente é acordar às 6 da manhã amanhecendo no ritmo das “mañanitas” e não se sentir sozinha. Num 8 de março acordas e te dás conta de que estamos juntas, mulheres de todas as idades, com todos os sonhos que nos cabem nos nossos sorrisos. Acordamos para o sonho com que nos presenteia a música zapatista, com o sol nascendo no rosto. Boas-vindas as mulheres que lutam em todos os rincões do mundo, já sabíamos desde o giro do Conselho Indígena de Governo pelos caracóis zapatistas em outubro de 2017.
A palavra coletiva de boas-vindas que nos deram as mulheres zapatistas está viva porque é expressão de seus modos e decisões coletivas na hora de atuar para se defender como povo e como mulheres da violência colonial, patriarcal e capitalista. O sistema patriarcal é um sistema de controle e domínio. Há homens e mulheres patriarcais, eles e elas humilham, desprezam e exploram. Como Margarita Zavala, que é uma mulher patriarcal e também capitalista, isto é, que assumiu e interiorizou os valores da exploração e da dominação. De modo que não são todas as mulheres que lutam.
Uma mulher que luta é uma mulher com raiva
Da dor nasce a raiva e com ela se constrói caminho, já diziam os companheiros e companheiras que pensam em justiça e não em vingança. Assim se sentem também as mães que se transformam em peritas, pesquisadoras, antropólogas forenses para buscar suas filhas e filhos pelos intrincados territórios desse país; as mulheres que marcham para que não mais nos faltem ; os povos que se levantam e resistem para lutar pela vida.
Uma mulher que luta é uma mulher com raiva e esperança. Talvez tenham sido esses sentimentos que nos levaram ao Encontro Internacional de Mulheres que Lutam. Talvez essa raiva em nossos corações tenha levado milhares de mulheres a esse espaço de partilha, talvez tenha sido o efeito Marichuy. O processo do Conselho Indígena de Governo deu ferramentas de luta a uma nova geração de mulheres jovens: os sete princípios zapatistas, o diálogo, a organização, o encontro, a escuta, o exercício da palavra e da voz.
A raiva compartilhamos e a esperança desperta nossa imaginação. Jogamos bola nos campinhos, dançamos e usufruímos, cantamos e curamos ao mesmo tempo (às vezes cantamos até com nosso corpo, conta uma mulher embalada pelo sentimento dos 43 estudantes desaparecidos pelas mãos do Estado). Nos dias 9 e 10 de março ocorreram centenas de oficinas e práticas. Chegamos dispostas a compartilhar, conversar, mostrar, escutar e observar o que somos; sentindo que talvez à Outra lhe fortaleça também bordar, abraçar, massagear, cantar, dançar, filmar, pintar, tecer, gravar, se organizar, se sustentar com outras mulheres.
Nas exposições vimos o olhar de diversas mulheres; dizia Machado, «O olho que vês não é olho porque você o vê; é olho porque vê a você». Os povos e as mulheres que lutam são um espelho onde se refletem as rebeldias e resistências de quem luta pela vida, pela liberdade, pela democracia e pela justiça. A prática do compartilhar é o esforço de nos refletirmos. É assim que as compas zapatistas também compartilham suas estratégias de luta. A elas lhes fortalece a autonomia, caminhar junto com seus companheiros zapatistas, cuidar do território e trabalhar coletivamente. Não é que entre mulheres não estejamos bem, pelo contrário, estamos todas sorrindo, gritando, nos abraçando, cantando, dançando no Turbilhão; mas viver com a esperança também é recordar que vivemos em uma sociedade de homens, mulheres e outros.
Estamos de acordo com viver, e como para nós viver é lutar, concordamos em lutar.
Passou-se um mês e meio desde o término do Primeiro Encontro Internacional de Mulheres que Lutam. Um Encontro que não só nos um panorama dessas fissuras que homens e mulheres, com suas resistências e rebeldias, se empenham em imprimir ao muro capitalista. Foi um Encontro que nos permitiu estar do outro lado do muro e reafirmar que outro mundo é possível.
Durante três dias e três noites, compartilhamos e expressamos, como diz a colega Everilda do Caracol II A Garrucha, «nossas dores, nossos pensamentos, nossos sentimentos, nossa raiva e coragem, nossas formas de luta… expressamos-nos livremente como mulheres que somos». No entanto, retornar a este lado do muro não tem sido fácil. Depois do Encontro todo o desprezo, o machismo e a violência contra as mulheres é sentida com mais força. Voltamos a uma realidade patriarcal, clasista, individualista, capitalista e com isso, nos reencontramos com os assassinatos, os desaparecimentos, o feminicídio e com toda a violência e repressão que simplesmente não para nem México e nem no mundo.
A semente zapatista se espalhou por diferentes geografías dos cinco continentes. A mensagem foi contundente durante todo o Encontro. Antes, durante e depois, o convite permanente foi o de que não nos rendamos, não nos vendamos e não vacilemos como mulheres que lutam. As diferenças teóricas e ideológicas entre posições feministas muito diversas e até opostas, ficaram do outro lado das cercas do Caracol pois o convite foi amplo; «se és uma mulher que luta, que não está de acordo com o que nos fazem como mulheres que somos, se não tens medo, se tens medo mas o controla, pois então te convidamos a nos encontrar, a nos falar e a nos escutar como mulheres que somos.» E encontramos-nos, falamos e escutamos quase oito mil mulheres de diferentes países, povos e tribos. Mulheres que, como bem disse a compa Everilda, «lutamos de diferentes modos e formas… mulheres de diferentes cores, línguas e culturas, mas todas exploradas pelo mesmo explorador que se chama sistema capitalista neoliberal, criminoso, encarcerador, violador, dominador; que nos intimida e ameaça, que nos despreza e nos esquece, nos fustiga, despeja, migra, desemprega, nos fazendo achar que só podemos viver com dinheiro». Somos diferentes e diversas, mas na luta nos encontramos.
Concordamos em viver, para viver há que lutar, para lutar há que se organizar.
No conversatorio «Olhares, escutas, palavras, Proibido pensar?» convocado pela Sexta Comissão do EZLN, que aconteceu de 15 o 25 de abril deste ano, companheiras coordenadoras do Encontro, pertencentes aos cinco caracóis zapatistas, compartilharam como foi a preparação, quais as dificuldades, como viram e como se sentiram, o que lhes fez pensar e o que realizaram depois. Suas palavras só reforçaram o que pelos ouvidos, pelos olhos, pela pele, pela razão e pelo coração, percebemos durante esses dias. Cada uma das tarefas e atividades que aconteceu foi resultado de um processo organizativo de oito meses e de uma luta de mais de 25 anos.
«Pois a verdade, irmãs e companheiras, é que sofremos muito porque não sabemos como vamos fazer. É a primeira vez que como mulheres que somos, sozinhas, organizamos um encontro como este. O organizamos desde baixo, ou seja, primeiro fizemos reuniões e debates em nossos coletivos, nos povoados e comunidades. Depois nas regiões, depois em cada zona e depois nas 5 zonas juntas… Demoramos meses até que chegamos a um acordo entre todas, porque se vamos fazer, é porque temos que fazer entre todas, coletivamente.»
Como dizem as companheiras zapatistas, «a rebeldia, a resistência e a luta são também uma festa, ainda que às vezes não haja nem música e nem dança e ainda que exista o desgaste dos trabalhos, da preparação e da resistência».
Que rumos tomarão a resistência, a rebeldia, e essa sororidade que vivemos em Morelia? Talvez seja muito cedo para saber, mas no 8 de março as colegas zapatistas nos deram talvez o maior presente de todos, e um enorme compromisso. Nos deram uma luz com que alumiar o caminho. Isto é algo que não deixará os corações de nenhuma das que estivemos ali presentes. Sem manifestos pomposos, tratados teóricos ou protagonismos midiáticos, as mulheres zapatistas mostraram ao mundo a força coletiva das mulheres que lutam e nos deram a liberdade de utilizar essas lições segundo nossos próprios modos, nossas formas e nossas geografias para lutar pela vida.
«Companheiras e irmãs: Neste dia 8 de março, ao final de nossa participação, acendemos uma pequena luz em cada uma de nós. A acendemos com uma vela para que dure, porque com palha rápido se acaba e com isqueiro se decompõe. Essa pequena luz é para ti. Leve-a, irmã e companheira. Quando se sentir sozinha, quando tiver medo, quando sentir que é muito dura a luta, ou seja a vida, acenda-a de novo em teu coração, em teu pensamento, em tuas entranhas… e não a prenda, parceira e irmã. Leve-a às desaparecidas, leve-a às assassinadas, leve às presas, leve-a às violentadas, leve-a às agredidas, leva-a às encurraladas, leva-a às violentadas de todas as formas, a leva às migrantes, leve essa luz às exploradas, leve-a às mortas, leva e diga a todas e a cada uma delas que não estão sozinhas, que vai lutar por elas. Que vais lutar pela verdade e pela justiça que merece sua dor. Que vais lutar para que a dor que carregam não volte a pesar em outra mulher, em qualquer mundo. Leve-a e a converta em raiva, em coragem, em decisão. Leve-a e junte-a com outras luzes. Leve-a e quem sabe, depois, chegue a teu pensamento que não haverá nem verdade, nem justiça, nem liberdade no sistema capitalista patriarcal. Então talvez nos reencontremos para atear fogo no sistema. Ou talvez esteja junto conosco cuidando para que ninguém apague esse fogo até que não sobrem mais do que cinzas. E então, irmã e companheira, nesse dia que será noite, talvez possamos dizer contigo: Agora sim vamos começar a construir o mundo que merecemos e precisamos.»
Nadia Jiménez:
Ambientóloga de nacimiento y profesión, he dedicado mis últimos años a acompañar y aprender de los procesos organizativos de comunidades indígenas en México desde la compartición de saberes en las áreas de la comunicación comunitaria y la economía social y solidaria.
Amiel Aketzali:
Activista anticapitalista, socióloga y fotoperiodista en construcción. Gestora en la Cooperativa de Consumo La Imposible. Temas de interes: defensa territorial, feminismos anticapitalistas y organización en red.
amielaketzalireyes@gmail.com