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Por Preta Lu

 

 

 

Mais uma mulher negra

morta em uma execução sumária

por denunciar as atrocidades

da intervenção militar, o Estado genocida.

Um grito entalado de desespero.

Mais uma se foi

Pelas mesmas mãos sanguinárias da polícia.

Mais uma se foi

Pelas mãos sanguinária da polícia.

Coberta de desilusão me pergunto:

Quem será a próxima vítima dessa facção fardada?

Nossas vidas não valem?

Nossos corpos não valem?

Ainda vivemos sobre o peso do chicote convertido em balas!

 

Ainda vivemos sobre o peso do chicote convertido em balas?

 

Choro O choro amargo de mais uma vida que se vai

Choro e luto por essa vida que se vai de mim

Eu morro aos poucos em cada notícia dada

Que mais uma mulher preta foi assassinada

Dor e revolta, Revolta e dor

 

E o peso do chicote convertido em balas. *

 

 

Marielle, como todas as mulheres lutadoras nas periferias, nas reservas, nos quilombos, as sem teto, as sem terra, tem algo em comum. Suas lutas são, também, lutas corpo a corpo. Parte de suas lutas, são contra o escudo que garante a ordem do Estado capitalista.

A ordem dos de cima é o silêncio dos de baixo, e faz tempo que os debaixo não estão calados.

Mas essa também é uma luta de extremos, quero dizer, quando a gente não vê outra saída, reagir é a nossa única saída. É a luta como práxis. São herdeiras de Dandara, Luiza Mahim, Ginga, Rosa Parks, Maria Firmina e Anastácia.

 

Dia 13 de maio faz 2 meses da morte de Marielle e Anderson. Também fazem 130 anos de Abolição, do tipo, “ livre dos açoites das senzalas , jogados à miséria da favela”. Sem nenhum tipo de reparações, pretas e faveladas carregam o pesado fardo de quase 400 anos de escravidão negra. Denúncia viva de que, no Brasil, país semicolonial de passado escravista, não existe nenhum interesse em evitar que casos como o de Marielle se repitam. Aliás, que nem sequer sejam investigados.

O extermínio dos pobres como política de Estado hoje tem seu ápice na Intervenção Militar no Rio de Janeiro. É nesse contexto que está inserido o extermínio de Marielle:contexto de uma sociedade que tem na sua natureza a lógica da exclusão.

 

É necessário lembrar que o Rio de Janeiro sediou a última Copa do Mundo e a última olimpíada. Foram bilhões que deixaram os ricos tão mais ricos que chegaram a falir o Estado. O que era ovacionado pelos porta-vozes das elites brasileiras era o progresso, investimentos, oportunidades… mas também UPPs Unidades de Polícia “Pacificadora”), força nacional nas ruas, despejos forçados. Mas é nas crises que as contradições do capitalismo ficam mais evidentes, o mundo do trabalho fica balançado pelo desemprego, as opressões aumentam porque são utilizadas pela burguesia para dividir os lutadores.

 

Por que no outro extremo, os oprimidos estão se autodeclarando negros e negras e este pode ser um elemento de coesão que empurre as lutas. Coesão que os oprimidos e explorados encontram também na luta por melhorias no saneamento básico, na batalha contra o avanço dos capitalistas nas terras indígenas e quilombolas, permanentemente criminalizados por que não lhes interessa o progresso dos ricos. São taxados de desordeiras aquelas que desacreditam de qualquer melhoria que venha através das instituições legais burguesas.

 

São mais de meio século de exploração, quase 400 de escravidão, 130 anos de “abolição da escravatura”, num país onde a cada beco da favela, morros e periferias a ditadura da polícia militar atua para controlar as classes perigosas. Aquelas que nenhuma reforma de nenhum governo que passou conseguiu atingir, porque governos capitalista, querem é capitalizar.

Esses números são necessários para se ter a dimensão de que as raízes das desigualdades no Brasil são tão profundas, que uma revolução se faz necessária como única possibilidade de se barrar o extermínio, o mesmo que nos arrancou Marielle e milhares de outras mulheres e homens, negros e negras, todos pobres, é claro.

Uma mudança proporcional à tragédia que estamos mergulhados.

 

*Poema de Raquel Almeida

 

 

 

MARIELLE? PRESENTE! PORQUE SEGUIMOS CON SU LUCHA

Por Preta Lu

 

 

Más una mujer negra

muerta en una ejecución sumaria

por denunciar las atrocidades

de la intervención militar, el Estado genocida.

Un grito entalado de desesperación.

Más una se fue

Por las mismas manos sanguinárias de la policía.

Más una se fue

Por las manos sanguinária de la policía.

Cubierta de desilusão me pregunto:

Quién será la próxima víctima de esa facción fardada?

Nuestras vidas no valen?

Nuestros cuerpos no valen?

Aún vivimos sobre el peso del látigo convertido en balas!

 

Aún vivimos sobre el peso del látigo convertido en balas?

 

Lloro Lo lloro amargo de más una vida que se va

Lloro y luto por esa vida que se va de mí

Yo muero a los pocos en cada noticia dada

Que más una mujer negra fue asesinada

Dolor y revuelta, Revuelta y dolor

 

Y el peso del látigo convertido en balas*.

 

 

Marielle, como todas las mujeres luchadoras en las periferias, en las reservas, en los quilombos, las sin techo, las sin tierra, tienen algo en común. Sus luchas son, también, luchas cuerpo a cuerpo. Parte de sus luchas, son contra el escudo que garantiza la orden del Estado capitalista.

La orden de los de arriba es el silencio de los de abajo, y hace tiempo que los de abajo no están callados.

Pero esa también es una lucha de extremos, ó sea, cuando la gente no ve otra salida, reaccionar es nuestra única salida. Es la lucha como praxis. Son herederas de Dandara, Luiza Mahim, Ginga, Rosa Parks, Maria Firmina y Anastácia.

 

Día 13 de mayo hace 2 meses de la muerte de Marielle y Anderson. También hace 130 años de nuestra falsa Abolición, del tipo, “ libre de los azotes de las senzalas , jugados a la miseria de la favela”. Sin ningún tipo de reparación, negras y faveladas cargan el pesado fardo de casi 400 años de esclavitud negra. Denuncia viva de que, en Brasil, país semicolonial de pasado escravista, no existe ningún interés en evitar que casos como lo de Marielle se repitan. De hecho, que ni siquiera sean investigados.

Lo extermínio de los pobres como política de Estado hoy tiene suyo ápice en la Intervención Militar en Río de Janeiro. Es en ese contexto que está insertado lo extermínio de Marielle: contexto de una sociedad que tiene en su naturaleza la lógica de la exclusión.

 

Es necesario acuerdar que Río de Janeiro acogió el ultimo mundial de futbol y la ultima olimpíada. Fueron billones que dejaron los ricos tan más ricos que llegaron a quebrar el Estado. Lo que era aplaudido por los voceros de las élites brasileñas era el progreso, inversiones, oportunidades… pero también UPPs (Unidades de Policía “Pacificadora”), la guardia de fuerza nacional en las calles, desalojos forzosos. Pero es en las crisis que las contradicciones del capitalismo quedan más evidentes, el mundo del trabajo se conturba con el desempleo, las opresiones aumentan porque son utilizadas por la burguesia para dividir los luchadores.

 

Por qué en el otro extremo, los oprimidos están se autodeclarando negros y negras y este puede ser un elemento de cohesión que empuje las luchas. Cohesión que los oprimidos y explotados encuentran también en la lucha por mejorías en el saneamiento básico, en la batalla contra el avance de los capitalistas en las tierras indígenas y quilombolas, permanentemente criminalizados por qué no les interesa el progreso de los ricos. Son marcados como desordeiras aquellas mujeres que no acreditan más que cualquier mejoría que venga a través de las instituciones legales burguesas.

 

Son más de medio siglo de explotación, casi 400 de esclavitud, 130 años de “abolición de la esclavitud”, en un país donde en cada callejon en las favelas, morros y periferias la dictadura de la policía militar tutéa para controlar las clases peligrosas. Aquellas que ninguna reforma de ningún gobierno que pasó consiguió alcanzar, porque gobiernos capitalista, quieren es capitalizar.

Esos números son necesarios para tenerse la dimensión de que las raíces de las desigualdades en Brasil son tan profundas, que una revolución se hace necesaria cómo única posibilidad de se barrar lo extermínio, el que nos arrancó Marielle y miles de otras mujeres y hombres negros y negras, todos pobres, por supuesto.

Un cambio proporcional a la tragedia que estamos buceados.

 

 

*Poesia de Raquel Almeida

 

 

 

 

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