Foto: Jone Arzoz

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La periodista y militante feminista Irantzu Varela tiene una larga trayectoria a sus espaldas, aunque fue tal vez con los videos de El Tornillo cuando comenzó a llegar a un público cada vez más amplio. Con un agudo sentido del humor, Irantzu tiene la capacidad de transmitir conceptos complejos con una gran claridad. Hace unos meses tuvimos la oportunidad de encontrarla en Bilbao, en el contexto del I Congreso de Periodismo Feminista Carmen Molifé que organizaron las compañeras de la revista Píkara, junto a quienes teje y deconstruye. Hablamos con ella de su trayectoria, de cómo ve la coyuntura del movimiento feminista y sus desafíos, de la necesidad de que el feminismo se piense desde la interseccionalidad de las diferentes formas de opresión de raza, clase, género y sexo. Publicamos ahora esta entrevista, con ocasión del 8 de marzo, para recordar nuestra vocación de tejer desde diversos territorios. 

Nazaret Castro: Comencemos hablando un poco de tu trayectoria. ¿Cómo llegaste al feminismo?

Irantzu Varela: Yo siempre hago chistes de ese momento en que una tiene la epifanía del feminismo, pero en mi caso, no tengo muy claro de cuándo fue. El primer recuerdo que tengo de un pensamiento que me parece feminista, es cuando de pequeña estaba viendo la tele en el suelo, y viendo una peli de vaqueros, me parecía que las mujeres que veía en la película, que parecían todas tontas, no se parecían en nada a las mujeres que yo conocía, yo que soy hija, nieta y tía de sardineras de Sancurce. En mi vida veía mujeres que sacaban todo adelante, trabajaban todo el día; y eso me chirriaba con lo que veía en el cine: tenía la sensación de que algo no cuadraba. Cuando llegué a la universidad, primero comencé ciencias políticas y comencé a meterme en todos los saraos que encontraba. Cuando me pasé a periodismo, hacíamos una revista y yo estaba todo el día con el lenguaje inclusivo, me empezaron a llamar arroba. Había una librería feminista, y comencé a leerme a las clásicas, Kate Millet, Betty Friedan todo lo que pillaba. Siempre milité en diferentes organizaciones, con amigas, de forma autodidacta. Hacia 2014, montamos una cooperativa que era de temas de comunicación, cooperación al desarrollo y género. Empezamos a trabajar de una manera más técnica, hacer talleres más vivenciales, por ejemplo en torno al amor romántico, y ahí surgió la idea de Faktoria Lila, un proyecto que tenía un espacio en redes, un blog y propuestas de talleres más callejeras, para una tía, una señora, una chavala, que no tenga ganas o herramientas para hacer una formación académica, y tampoco se anime a militar en un espacio feminista, que antes de 2017 no era tan fácil. Yo escribía muy desde las tripas, lo que me salía, y eso funcionó. 

N: Es que tiene mucha fuerza eso de conectar algo muy micro, algo del detalle de lo cotidiano, con un análisis, una comprensión de lo estructural…

I: Pero es que esto es Kate Millet de manual. Lo personal es político. Creo que la mayoría lo entendimos treinta años después. Pero es que eso es el feminismo: personas haciendo un análisis político de lo que te pasa: los pelos, la menstruación, si soy trans, si estoy engordando, si follo o no follo y cómo. El feminismo teoriza y te dice: no eres tú, es el patriarcado. 

N: Lo que ha cambiado en estos últimos años es que pareciera que el feminismo se ha vuelto mainstream. Eso, por supuesto, es una muy buena noticia; pero también comporta riesgos, como que, ahora que todo el mundo parece denominarse feminista, el término se vacíe de contenido, que quepa todo. ¿Crees que existe ese peligro?

I: Entiendo esa preocupación, pero no la comparto. Si éramos cuatro y mira la que hemos liado, porque esto no ha sido una explosión sino la consecuencia de décadas de trabajo, entonces, ahora que somos casi todas, la podemos liar pardísima. No me preocupa que se vacíe de contenido porque es imposible. A nadie le sale gratis decir que es feminista. Antes el problema era el contrario, que nadie se quería definir como feminista; ahora lo puedes decir fácilmente, pero te tienes que significar, te tienes que posicionar en las próximas elecciones, ante el próximo asesinato. Y no porque vayamos a quitarte el carné o porque saquemos el feministrómetro, sino porque el feminismo tiene una genealogía, tiene un discurso y unas propuestas, no es una cosa gaseosa, sino que es una práctica política. La que diga que lo es pero no lo es su práctica, diremos que es una impostora, que aquí no está. Además, mira a las chavalas jóvenes que están en las manis: de vacío, nada; tienen un nivel de conciencia política que a mí me deja flipada. Y tienen solucionadas cuestiones que a mí me costaron tres décadas, libros y que todavía me cuestan; cosas que parecen insignificantes pero sabemos que no lo son, como si se depilan o no, o si se visten como una diva y al día siguiente se ponen un chándal. Es el proceso: las que hemos estado ahí lo hemos puesto fácil, como a nosotras nuestras madres y abuelas nos lo pusieron fácil en otras cosas. El feminismo es una práctica política que requiere mucho autocuidado. Como dice Audre Lorde, es un acto político de guerra. Cada una a su ritmo, gestionando sus diferencias.

Carmen Figueiras: Algo que me parece fundamental de tu trabajo es cómo logras, teniendo tanta información, comunicar de una forma tan transparente, a un público amplio, que intuye cosas pero no es cercano al movimiento feminista. ¿Cómo lo logras? 

I: Pero incluso ese público está cambiando mucho. El contexto ha cambiado de una manera radical. Los vídeos de hace cinco años parecen de barrio sésamo. Los que hago ahora no necesito explicar todos los conceptos. Decías trans y tenías que explicar. Ahora digo LGTBIQ y explico queer.

El feminismo ha puesto en la agenda temas, conceptos, que antes no estaban. Antes, me conformaba con incluir las palabras patriarcado y capitalismo; ahora puedo hasta decir cisheteropatriarcado. El conocimiento de conceptos feministas ha avanzado mucho y eso es un triunfo del feminismo. 

N: Lo explicas muy bien en tus videos, pero para nuestras lectoras que no te conocen, ¿por qué el feminismo tiene que ser una lucha contra todas las opresiones?

I: Porque la historia ya nos ha demostrado que las opresiones no se pueden combatir de una en una. Si sólo te fijas en la opresión de clase, estás invisibilizando todas las demás. Esto lo aprendí de Angela Davis: ella dijo que en cierto momento ella decía que el feminismo era una cosa de burguesas, porque como negra le preocupaba la opresión de raza, y como comunista, la de clase. Después, ella popularizó la idea de la intersección de las opresiones: el entendimiento de que los sistemas de opresión no funcionan de manera aislada; otra cosa es que las personas, al analizarlos, los separemos. Y suele suceder que la opresión que encarnamos nos parece la más importante. Tuvieron que venir las compañeras racializadas a poner sobre la mesa la raza. Había sufragistas racistas que no querían el voto de los negros. Es fundamental que entendamos que las opresiones se combaten a la vez; que el sistema capitalista cisheteropatriarcal, racista y capacitista, es un sisetma que funciona de forma compleja.

N: Sin embargo, es difícil llevarlo a la práctica. En 2018 las mujeres racializadas dieron al movimiento feminista en el Estado español un tirón de orejas, cuando el movimiento no fue ágil al movilizarse, como sí lo había hecho con otros casos, frente a las violaciones sistemáticas a los derechos de las mujeres migrantes que trabajan como temporeras de la fresa en Huelva. ¿Crees que estamos aprendiendo a escuchar y vamos mejorando en esto? 

I: Lo estamos aprendiendo más rápido teóricamente que en la práctica, como pasa con todo. Como pasa cuando teorizamos con el amor romántico y nos la pegamos cuando nos enamoramos. En los talleres yo digo, ¿a que estáis enfadadísimas con el patriarcado? Pues imaginaros esto en gitana, negra, inmigrante irregular. Nos lo han tenido que venir a decir ellas; pero, como decía Assata Shakur, nunca ningún grupo orpimido a conseguido sus derechos por al benevolencia de sus opresores. Lo podemos entender, aunque todavía algunas se han quedado atrás, pero en la práctica es más difícil porque los privilegios molan. En una frontera, las blancas no tenemos miedo. Nuestras compañeras, aunque tengan pasaporte europeo, si son racializadas, van acojonadas, y si no tienen el pasaporte “correcto”, peor aún. Los privilegios nos parecen invisibles. Entender resulta mucho más fácil verse como grupo oprimido, sobre todo si eres de izquierdas, que como grupo opresor. Si eres una tía paya, blanca, europea, eres un grupo privilegiado en muchos espacios. Eso te da rabia cuando viene una compañera a marcártelo. Nos cuesta, porque siempre nos hemos visto a nostoras mismas como oprimidas, de repente vernos como sujetas de privilegios es incómodo.

Y le dices, Os damos voz. Hacemos el ridículo como hacen los tíos con nosotras. Me he vuelto más comprensiva con los señoros desde que tengo conciencia antirracista, porque me he visto creyendo que estaba siendo super maja, haciendo whitesplanning a una compañera. Cállate la boca, señora paya blanca. Tenemos el trabajo de revisarnos nuestros privilegios. El espacio que tenemos que permitir que ocupen, que tengan espacios autónomos. Identificarte como sujeta de privilegios es complicado, tenemos un trabajo muy grande que hacer y tiene que ser a través de la práctica. Yo tengo una fórmula: hacer lo mismo que les decimos a los tíos. Callarnos cuando hablan ellas y abrir espacios. Nos llama la atención si vemos una mesa de cinco tíos pero no si son cinco blancas. O somos cómplices de sus propuestas, o somos cómplices del racismo

N: En 2019 viajaste a Argentina. ¿Qué te llamó la atención de los feminismos allá, qué te pareció interesante para aprender desde el otro lado del océano?

I: Me encantó todo. En los últimos años ha habido mucha complicidad con el movimiento feminista argentino, a raíz del pañuelo verde. Había algo para mí muy emocionante de estar, a veces con compañeras que nos conocíamos de las redes, y de repente ponernos cuerpo. Me ha llamado mucho la atención el humor. Aquí estamos algunas empezando a hacer pequeños pinitos que nos da vergüenza, allí hay muchas. Yo conocía a algunas, como Charo López y Malena Pichot, pero hay muchas más, toda la escena del teatro, su presencia en la cultura mainstream.

También sucedió que fuimos en un momento político significativo, previo a las primarias, y me sorprendió ver cómo la gente se significa políticamente, pidiendo el voto en un espectáculo, en una charla. Me dejó pensando que esto que tenemos nosotras de que hay que ser neutra, seguramente es un privilegio; en una coyuntura como la argentina, es clave, hay que apostar. También me llamó la atención lo popularizado que está el todes, lo no binario, en fin; el cuestionamiento del binarismo. 

N. Tengo la sensación de que el movimiento feminista está consiguiendo algo que antes no había logrado ningún otro movimiento: un internacionalismo -o transnacionalismo- que es transversal, que contagia símbolos y estrategias, pero sin líderes que se arrojan el protagonismo. ¿Estás de acuerdo?

I: Yo diría que es el primer movimiento que está haciendo una revolución que podría triunfar. Yayo herrero dice que no existe la victoria final, son caminos; yo digo: lo siento, no vamos a estar con un gin tonic viendo arder el patriarcado. Esto no va a pasar. Pero estamos haciendo la revolución como hacemos nosotras las cosas. En red. En cosas aparentemente pequeñas que son sustanciales para la supervivencia. Amaia Pérez Orozco dice que el único trabajo imprescindible para la especie humana es el cuidado. El único. El trabajo que hemos hecho nosotras históricamente, gratuitamente, y que no lo llamábamos trabajo. Tenemos la experiencia de garantizar la sueprvivencia de la especie, de generar redes de solidaridad en silencio, de sostener países que se están hundiendo, que aquí ha ahabido 35 de paro y las mujerse estaban generando redes de supervivencia. Nosotras trabajamos horizontalmente, sin pedir que se nos ponga la medalla.Mientras ellos se mataban y dejaban de matarse y lo llamaban paz, nosotras estábamos garantizando la supervivencia de la especie humana.

Cuando me preguntan quién es la referente del feminismo mundial, yo respondo: no hay, ni siquiera de Bilbao. Hay muchas referentes pero ninguna es oficial. Nunca nos hemos tenido que repartir el poder, sino elt rabajo, y eso es lo que estamos haciendo. Obviamente, hay egocéntricas y oportunistas, pero no les compensa. Es que para brillar es mejor cualquier otro lugar que el feminismo; si como feminista eres todo el día siendo cuestionada y señalada. Las que estamos en esto es porque confiamos en que hacemos camino. Hacemos la revolución de forma antipatriarcal.

Una vez me preguntó una periodista, cuál es el plan. Le dije: te voy a contar un secreto. No tenemos plan. El único plan es seguir así. Haciendo un trabajo local, de nuestro entorno, porque sabemos que así es como se hace. Todos los avances en los derechos de las mujeres en los últimos siglos son brutales. Venimos de la revolución francesa y su declaración de los derechos del hombre que no iba por nosotras. Los avances que hemos conseguido desde entonces, los han conseguido otras locas. Me da pena que no haya toma del palacio de invierno porque sería un fiestón, pero por eso tenemos que hacer fiestas todo el tiempo. Yo digo que ser feminista es como hacerte vieja, pero antes. No hay nada más punky que una señora de ochenta años, que dice lo que le da la gana, han vivido la experiencia vital, han aprendido por el camino. Nosotras tenemos la suerte de que hay alguien que vino antes y teorizó sobre esto, y podemos ser tan sabias como una de ochenta a los cuarenta. Es maravilloso.

C: En algunos espacios, sin embargo, una se da cuenta de que cosas que nos parecen muy básicas, todavía no están resueltas…

I: Los espacios de poder los ostentan siempre hombres, blancos, cis, hetero. Cuanto más arriba esté la gente, más hostia se va a pegar. Lo vamos a derrumbar todo, pero poco a poco. Yo no creo que tengamos que ser pedagógicas. Yo he venido aquí a tratar de que todas vivamos un poco mejor, y eso va a significar que algunos vivan un poco mejor, porque están viviendo así a nuestra costa. A algunos sitios, va a haber que entrar a hostias. 

N: Eres una de las feministas que más ha tenido que sufrir el acoso en las redes. Desde hace unos meses, además, ha dejado de ser un acoso sólo virtual, y has tenido que ver cómo en la puerta de la revista Píkara, tu lugar de trabajo, escribían pintadas amenazantes. ¿Cómo llevas esta situación y cómo crees que deberíamos actuar como movimiento?

I: Es un tema muy importante y un reto. Es una nueva forma de violencia machista, y ésta siempre ha sido ejemplarizante. Lo era la caza de brujas, que Europa como la conocemos se basó en exterminar a mujeres para domesticarlas; como pasó ayer y sigue pasando en América Latina. Para que nos quedemos cumpliendo nuestro papel, que es servir, cuidar gratis y satisfacer. Esta es una nueva expresión de una violencia que es vieja, que es: callate la boca. Hubo en Santillana una exposición sobre la inquisición, de los instrumentos de tortura; la mayoría o muchos de ellos eran destinados a las mujeres y eran para los órganos sexuales y para la lengua. A las mujeres habladoras, un clavo en la lengua, un bozal. Represión brutal muy sexualizada y orientada a que hagas lo que te toca: abrir las piernas, parir y callarte la boca. Y ahora, es la misma. Todas van a lo mismo: a la sexualidad, al aspecto. A veces me dicen que no me quieren tocar ni con un palo, y otras veces, que me la meterían por todos los sitios. La cuestión es que eres un ser follable. La violencia en las redes, es violencia en sí misma. Mis amigas ya no me dejan decir que no me afecta leer todos los días las burradas que me dicen; claro que eso te afecta. Lo arreglo con cuidado personal, amigas que me quieren, terapia. Como puedo. Pero hay un trasfondo político. Estamos hablando de una nueva forma de violencia que estamos naturalizando, que te digan cosas que si te las dijeran a la cara serían delito, y como te las dicen en Twitter, vete a decirle a la policía que te han dicho eso. Siendo feminista además. Esto es muy preocupante. Nos afecta directamente a las que tenemos visibilidad, pero es un mensaje para todas; como sucedió con las brujas, que quemaron a algunas para educar a todas. Entonces, cuando me dicen, Ladran luego cabalgamos, yo digo: ya, pero me ladran a mí. Dime qué vamos a hacer, porque es además el caldo de cultivo para otras formas de violencia. Primero eran los trols, ahora, señores que tienen escaños y cargos institucionales, me insultan, concejales y parlamentarios me llaman feminazi. Esa violencia digital ha creado caldo de cultivo para que pasen a la acción, por eso es importante lo de la pintada. Ahora ya no es un tuit, es violencia analógica, una pintada con mi nombre, con un comentario sexual, en la puerta de mi casa. Es obviamente una amenaza. Es un mecanismo patriarcal de toda la vida. Pero a la vez, esto es nuevo; estamos tratando de generar respuestas. Creo que debemos plantear una estrategia de autodefensa feminista, con ayuda de las compañeras abogadas, periodistas, hackers. Somos nosotras las que tenemos que hacer las propuestas de cómo enfrentarlo. 

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Irantzu Varela: “A história nos ensinou que as opressões não podem ser combatidas de uma em uma”

Traduçao de Larissa Bontempi

A jornalista e militante feminista Irantzu Varela tem uma longa trajetória nas costas, embora talvez somente depois dos vídeos de “El Tornillo” tenha começado a chegar a um público mais amplo. Com um senso de humor agudo, Irantzu tem a capacidade de transmitir conceitos complexos com grande clareza. Há alguns meses, tivemos a oportunidade de encontrá-la em Bilbau, no contexto do I Congresso de Jornalismo Feminista Carmen Molifé, organizado pelas companheiras da revista Píkara, com quem ela tece e desconstrói. Falamos com ela sobre sua trajetória, sobre como está a conjuntura do movimento feminista e seus desafios, sobre a necessidade de se pensar o feminismo a partir da interseccionalidade das formas diferentes de opressão de raça, classe, gênero e sexualidade. Publicamos agora essa entrevista, pela ocasião do dia 8 de março, para lembrar da nossa vocação de tecer a partir de diversos territórios. 

Nazaret Castro: Vamos começar falando um pouco da sua trajetória. Como chegou ao feminismo?

Irantzu Varela: Eu sempre faço piadas sobre esse momento em que uma mulher tem a epifania do feminismo, mas no meu caso, não tenho certeza de quando foi. A primeira lembrança que tenho de um pensamento que me parece feminista é o de, quando pequena, estar assistindo a TV no chão e vendo um filme de caubóis e pensar que as mulheres que atuavam no filme pareciam burras, diferentes das mulheres que eu conhecia. Eu, que sou filha, neta e tia de pescadoras de sardinhas de Santurce. Na minha vida, vi mulheres que estavam sempre à frente, trabalhavam o dia todo e isso causava atrito com o que eu via no cinema; tinha a sensação de que alguma coisa não se encaixava. Quando cheguei à universidade, comecei estudando ciência política e entrei em todos os saraus que encontrava. Quando mudei para jornalismo, fazíamos uma revista e eu usava o tempo todo a linguagem inclusiva. Começaram a me chamar de “arroba”. Existia uma livraria feminista, e eu comecei a ler as clássicas Kate Millet, Betty Friedan e tudo o que me interessava. Sempre militei em diversas organizações, com amigas, de maneira autodidata. Até que em 2014, montamos uma cooperativa com temáticas de comunicação, cooperação ao desenvolvimento e gênero. Começamos a trabalhar de maneira mais técnica, fazer oficinas mais vivenciais, por exemplo, a respeito do amor romântico. Daí surgiu a ideia da “Faktoria Lila”, um projeto que tinha um espaço nas redes, um blog e proposta de oficinas nas ruas, para uma tia, uma senhora, uma mina jovem que não tem vontade ou ferramentas para fazer uma formação acadêmica nem se anima a militar em um espaço feminista, o que antes de 2017 não era tão fácil. Eu escrevia muito das minhas entranhas, o que saía, e isso funcionou. 

N: É que é muito forte isso de conectar algo a nível micro, do detalhe do cotidiano, com uma análise, uma compreensão do que é estrutural…

I: Mas isto é o manual de Kate Millet. O pessoal é político. Acredito que a maioria de nós entendeu trinta anos depois. Mas é que isso é o feminismo: pessoas fazendo uma análise política do que acontece com elas: os pelos, a menstruação, se sou trans, se estou engordando, se ou como transo. O feminismo teoriza e te diz: não é você, é o patriarcado. 

N: Parece que o que mudou nestes últimos anos é que o feminismo virou mainstream. Isso, sem dúvida, é uma ótima notícia, mas também implica riscos: é como se, agora que todo mundo parece se autodenominar feminista; o termo se esvazie de conteúdo, que tudo caiba nele. Você acredita que esse perigo existe?

I: Entendo essa preocupação, mas não compartilho dela. Se éramos quatro e veja só o que causamos, já que isto não foi uma explosão, mas uma consequência de décadas de trabalho, então, agora que somos quase todas, podemos incomodar muito mais. Não me preocupo que o conteúdo seja esvaziado, porque é impossível. Ninguém diz que é feminista de graça. Antes o problema era o contrário, ninguém queria se definir como feminista, agora você pode dizer facilmente, mas você tem que se sentir assim, tem que se posicionar nas próximas eleições ou diante do próximo assassinato. Não que você vá perder a carteirinha ou porque meçamos com um feministômetro, mas porque o feminismo tem uma genealogia, discurso e propostas. Não é algo da boca para fora, mas é uma prática política. A mulher que diz que é, mas que não pratica, diremos que é uma impostora, que não está aqui. Além disso, olha as minas jovens que vão pras manifestações: não tem nada de vazio nisso; fico chocada com o nível de consciência delas. E elas solucionaram questões que me custaram três décadas, livros e que ainda são difíceis; coisas que parecem insignificantes, mas que sabemos que não são: como se depilam ou não, ou se decidem se vestir em um dia como uma diva e no dia seguinte usam moletom. É o processo: nós que viemos antes, facilitamos o caminho, assim como nossas mães e avós facilitaram outras coisas para nós. O feminismo é uma prática política que requer muito autocuidado. Como diz Audre Lorde, é um ato político de guerra. Cada uma no seu ritmo, questionando suas diferenças.

Carmen Figueiras: Algo que me parece fundamental do seu trabalho é como você consegue, tendo tanta informação, se comunicar de forma tão transparente com um público amplo, que intui as coisas, mas que não está próximo do movimento feminista. Como faz isso? 

I: Inclusive, esse público está mudando muito. O contexto mudou de maneira radical. Os vídeos de cinco anos atrás parecem de décadas atrás. Os que faço hoje em dia, não preciso mais explicar todos os conceitos. Dizia “trans” e tinha que explicar. Agora digo “LGBTQI+” e explico “queer”.

O feminismo colocou na agenda temas e conceitos que não estavam antes. Antes, eu me conformava em incluir as palavras “patriarcado” e “capitalismo”; agora até posso dizer “patriarcado-hetero-cis”. O conhecimento de conceitos feministas avançou muito e isso é uma conquista do feminismo. 

N: Você explica muito bem nos seus vídeos, mas, para as nossas leitoras que não te conhecem, por que o feminismo tem de ser uma luta contra todas as opressões?

I: Porque a história já demonstrou que as opressões não podem ser combatidas de uma em uma. Se você só olha para a opressão de classe, está invisibilizando todas as outras. Aprendi isso com a Angela Davis: ela disse que em determinado momento afirmava que o feminismo era uma coisa de burguesas, porque, como mulher negra, estava preocupada com a opressão racial e, como comunista, com a de classe. Depois, ela popularizou a ideia da intersecção das opressões: o entendimento de que os sistemas de opressão não funcionam de forma isolada. Uma coisa diferente é que nós, ao analisarmos, as separemos, e costuma acontecer que a opressão que encarnamos parece a mais importante. As companheiras racializadas tiverem que vir e jogar a “raça” na roda. Havia sufragistas racistas que não queriam o voto dos negros. É fundamental que compreendamos que as opressões são combatidas de uma vez; que o sistema capitalista cis-hetero-patriarcal racista capacitista é um sistema que funciona de forma complexa.

N: No entanto, é difícil praticar. Em 2018, as mulheres racializadas deram um puxão de orelha no movimento feminista no Estado espanhol, quando o movimento foi ágil em se mobilizar, como tinha feito com outros casos, diante das violações sistemáticas aos direitos das mulheres migrantes que trabalham na colheita de morangos em Huelva. Você acredita que estamos aprendendo a escutar e que estamos melhorando nisso? 

I: Estamos aprendendo mais rápido em teoria do que na prática, como acontece com tudo. Como o que acontece quando teorizamos sobre o amor romântico e nos desiludimos quando nos apaixonamos. Nas oficinas, eu digo: o que te exaure no patriarcado? Imagine então uma cigana, negra ou imigrante irregular. Elas tiveram que vir e nos dizer; mas, como dizia Assata Shakur, nunca nenhum grupo oprimido conseguiu seus direitos por benevolência dos seus opressores. Entendemos isso, por mais que algumas tenham ficado para trás, mas na prática é mais difícil porque os privilégios são agradáveis. Em uma fronteira, nós, brancas, não temos medo. Nossas companheiras, por mais que tenham passaporte europeu, caso sejam racializadas, vão apavoradas, e, caso não tenham o passaporte “correto”, pior ainda. Os privilégios parecem invisíveis. É muito mais fácil se ver como grupo oprimido, ainda mais se você for de esquerda, do que como grupo opressor. Si você é uma mina branca, europeia, faz parte de um grupo privilegiado em muitos espaços. Dá raiva quando uma companheira te diz isso. É difícil porque sempre nos vimos como oprimidas e, de repente, é incômodo ver a nós mesmas como pessoas privilegiadas.

E você diz “nós damos voz a vocês”. Somos tão ridículas quanto os homens são conosco. Passei a ser mais compreensiva com os homens desde que adquiri consciência antirracista, porque me percebi acreditando que estava sendo super legal, mas na verdade estava fazendo whitesplanning com uma companheira. Cale a boca, mulher branca. Temos o trabalho de rever nossos privilégios. Tanto o espaço que temos que “permitir” que ocupem quanto os espaços autônomos que “permitimos” que tenham. Identificar-se enquanto pessoa privilegiada é complexo, temos um trabalho muito grande a ser feito e deve ser por meio da prática. Tenho uma fórmula: fazer a mesma coisa que dizemos aos homens. Nos calar quando elas falam e abrir espaços. Nos chama a atenção se vemos uma mesa de cinco homens, mas não se são cinco mulheres brancas. Ou somos cúmplices das propostas ou somos cúmplices do racismo.

N: Em 2019, você viajou para a Argentina. O que te chamou a atenção nos feminismos de lá? O que te pareceu interessante para aprender?

I: Adorei tudo. Nos últimos anos, houve muita cumplicidade com o movimento feminista argentino, como consequência do lenço verde. Fiquei muito emocionada de estar com algumas companheiras que eu só conhecia pelas redes e, de repente, estarmos presentes. O humor me chamou muita atenção. Aqui estamos começando a fazer algumas tentativas, mas ainda estamos tímidas; lá são muitas. Eu conhecia algumas delas como Charo López e Malena Pichot, mas são muitas, toda a cena do teatro, a presença delas na cultura mainstream.

Também aconteceu que fomos em um momento político significativo, antes das eleições primárias, e fiquei surpresa ao ver como as pessoas se posicional politicamente, pedindo votos em um espetáculo, em uma conversa. Fiquei pensando que isso que nós entendemos, de que temos que ser neutras, certamente é um privilégio; em uma conjuntura como a argentina, é crucial, é um dever apostar. Também me chamou a atenção a popularização do “todes”, do não binário, enfim, do questionamento do binarismo. 

N. O movimento feminista está conseguindo algo que não conseguiu antes, um internacionalismo transversal adquirido pelos símbolos e estratégias?

I: Eu diria que é o primeiro movimento que está fazendo uma revolução que poderia triunfar. Yayo Herrero diz que não existe a vitória final, são caminhos. Eu digo: sinto muito, mas não vamos ficar bebendo gin tônica enquanto observamos o patriarcado arder. Isso não vai acontecer. Mas estamos fazendo a revolução da maneira que fazemos as coisas. Em rede. Em coisas aparentemente pequenas que são substanciais para a sobrevivência. Amaia Pérez Orozco diz que o único trabalho imprescindível para a espécie humana é o cuidado. O único. O trabalho que nós temos feito historicamente e gratuitamente e que não chamávamos de trabalho. Temos a experiência de garantir a sobrevivência da espécie, de gerar redes de solidariedade em silêncio, de sustentar países que estão afundando; aqui houve 35 em greve, e as mulheres estavam gerando redes de sobrevivência. Nós trabalhamos horizontalmente, sem pedir medalha. Enquanto eles se matavam e deixavam de se matar e chamavam isso de paz, nós estávamos garantindo a sobrevivência da espécie humana.

Quando me perguntam quem é a referência do feminismo mundial, eu respondo: não existe, nem do mundo, nem mesmo de Bilbau. Há muitas referências, mas nenhuma é oficial. Nunca tivemos que compartilhar o poder, mas o trabalho, e é isso o que estamos fazendo. Obviamente, há egocêntricas e oportunistas, mas não lhes convém. Qualquer outro lugar é melhor do que o feminismo para brilhar, já que como feminista você é questionada e apontada o dia todo. Quem está aqui é porque confia que estamos abrindo o caminho. Fazemos a revolução de forma antipatriarcal.

Uma vez uma jornalista me perguntou qual é o plano. Disse a ela: vou te contar um segredo. Não temos plano. O único plano é continuar assim. Fazendo um trabalho local, no nosso entorno, porque sabemos que assim é que tem que ser feito. Todos os avanços nos direitos das mulheres nos últimos séculos são brutais. Vínhamos da revolução francesa e da sua declaração dos direitos do homem, que não nos levava em conta. Os avanços que conseguimos desde então foram graças a outras minas. É uma pena que não exista a tomada do palácio de inverno, porque seria um festão, mas é por isso que temos que festejar todo o tempo. Eu digo que ser feminista é como envelhecer precocemente. Não tem nada mais punk do que uma senhora de 80 anos que diz o que quer, que adquiriu experiência de vida e aprendeu ao longo do caminho. Nós temos a sorte de que alguém veio antes e teorizou sobre isto, e que, aos 40, podemos ser tão sábias quanto uma de 80. É maravilhoso.

C: Em alguns espaços, no entanto, nos damos conta de que coisas que nos parecem muito básicas ainda não foram resolvidas…

I: Os espaços de poder são sempre ostentados por homens brancos hetero-cis. Quanto mais alto, maior a queda. Vamos derrubar tudo, mas pouco a pouco. Não acredito que temos que ser pedagógicas. Eu vim aqui para tentar fazer com que todas nós vivamos um pouco pior e isso vai significar que alguns vivam um pouco melhor, porque estão vivendo às nossas custas. Em alguns lugares, teremos que entrar brigando. 

N: Violência e assédio nas redes. Como você toma isso e que medidas deveríamos exigir?

I: É um assunto muito importante e um desafio. É uma nova forma de violência machista, a qual sempre foi um exemplo. A caça às bruxas, como sabemos, que foi a base da Europa para exterminar e domesticar mulheres, continua acontecendo na América Latina. Para que permaneçamos cumprindo nosso papel, que é servir, cuidar, satisfazer. Essa é uma nova faceta da velha violência, que é: cale a boca. Houve em Santillana uma exposição sobre a inquisição, sobre os instrumentos de tortura; a maioria ou muitos deles eram destinados às mulheres e eram para os órgãos sexuais e para a língua. Para as mulheres faladoras, um prego na língua e um cabresto. Repressão extremamente sexual e brutal, orientada a fazer o que cabe a você: abrir as pernas, parir, ficar calada. Agora, é a mesma coisa. Todas acabam na sexualidade e à aparência. Às vezes me dizem que não me tocariam nem com um pau e outras vezes que meteriam em todos os lugares. A questão é que você é um ser comível. A pichação, a agressividade nas redes, tudo é violência. Minhas amigas não me deixam mais dizer que não me afeta ler as merdas que me dizem todos os dias; isso afeta sim. Resolvo com autocuidado, amigas que gostam de mim, terapia. Como posso. Mas tem um fundo político. Estamos falando de uma nova forma de violência que estamos naturalizando; dizem coisas que seriam crimes se dissessem na sua cara, mas como dizem pelo Twitter, vai lá dizer à polícia que te disseram isso. Ainda mais sendo feminista. Isso é muito preocupante. Afeta diretamente as mulheres que têm visibilidade, mas é uma mensagem para todas: como acontecia com as bruxas: queimavam algumas para educar todas. Então, quando me dizem “latem, então fugimos”, eu digo: sim, mas estão latindo para mim. E o que fazer, já que é a base para cultivar outras formas de violência. Primeiro eram os trolls, agora são senhores que têm cargos eletivos e institucionais. Vereadores e parlamentares me insultam, me chamam de feminazi. Essa violência digital criou a base para que passem a agir. Por isso a pichação foi um fato importante. Agora já não se trata de um tweet, é violência analógica, uma pichação com o meu nome, com um comentário sexual, na porta da minha casa. Obviamente é uma ameaça. É o mecanismo patriarcal da vida toda. Mas, ao mesmo tempo, isso é novo, estamos tentando gerar respostas. Acredito que devemos propor uma estratégia de autodefesa feminista, com a ajuda das companheiras advogadas, jornalistas, hackers. Somos nós que temos que fazer as propostas de como enfrentar.

One thought on “Irantzu Varela: “La historia nos ha enseñado que las opresiones no se pueden combatir de una en una””

  1. Necesitamos nuevos paradigmas, que no sean machistas como los actuales, para construir otra realidad. En infinito5.home.blog desarrollo una nueva religión atea/agnóstica, feminista, antirracista, ecologista y favorable a lxs disidentes sexuales y de género-

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